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Solidaridad

Igor de Maack, gestor de fondos y vocero, DNCA, filial de Natixis IM

Rara vez asociada con el mundo de las finanzas, esta palabra se ha vuelto más popular desde el surgimiento de la crisis de salud pública que el mundo enfrenta actualmente; la solidaridad demostrada por las autoridades monetarias a la vez que se abocan a auxiliar a las economías en problemas, las medidas más o menos simultaneas emprendidas por los gobiernos para apoyar a los individuos y los negocios.

En Europa, a pesar de que el Banco Central Europeo ha movilizado casi todos sus mecanismos de rescate, ha sido, no obstante, incapaz de evitar un resurgimiento de la notoria división entre el sur y el norte, más específicamente el caso de la trifulca entre la poderosa y afluente Alemania y la frágil pero industriosa Italia. Como fue el caso con la crisis de la zona del euro, son los países más débiles los más afectados en este momento. Aunque la retórica alemana está cambiando, Úrsula Von Der Leyen todavía se encuentra planeando su labor en aras de lograr un resultado exitoso y concretar soluciones. Será imposible para Italia resurgir airosa de la crisis económica que está por venir (se pronostica que el PIB de Italia caerá en 6%). Los partidos más extremistas están empezando una vez más a torpedear a Europa, en algunas ocasiones para beneficio de los poderes como China y Rusia, que se apresuran a incursionar en la fractura que profesa la desorganización europea.

La solidaridad también llegó al rescate cuando los bancos comunicaron sus respectivos anuncios después de la noticia con respecto a la cancelación o suspensión de dividendos. Aunque esta fue una sabia decisión desde el punto de vista del fortalecimiento de su capital y la garantía de continuo financiamiento para las economías, es no obstante el producto de presiones impuestas por autoridades regulatorias y gobiernos. Por tanto, a pesar de la flexibilización regulatoria y su papel clave en la resolución de la crisis (por la cual no carga con ninguna responsabilidad, a diferencia de la crisis del 2008), el sector bancario ha sido de hecho “nacionalizado”, lo cual ha complacido muy poco a los mercados. Estos parecen estar dando crédito a la teoría de un inminente final de la crisis o de una gradual eliminación de las restricciones, por lo menos. En efecto, ya asimilaron -y no tan mal- las pobres cifras del empleo en EEUU. El regreso a la normalidad económica parece, sin embargo, estar muy lejos, a la vez que las medidas de distanciamiento social y estrictos estándares de higiene van a ralentizar el movimiento de personas y de bienes. Seria inteligente, por lo tanto, no asumir en esta etapa que todos los obstáculos del mercado bursátil han quedado atrás, ya que esta crisis será cruel e inusual.

Como el sociólogo francés casi centenario Edgar Morin ha afirmado, “esta crisis es fundamentalmente antropológica; y nos está demostrando el lado más débil y vulnerable de la tremenda fortaleza de la raza humana, a la vez que nos enseña que la unificación tecnológica y económica del mundo ha simultáneamente generado tanto una interdependencia común como un destino compartido sin solidaridad”.

Gabriela Romero Rivera
Periodista, Editora, Fotógrafa y siempre Reportera. La arquitectura, turismo y la Sustentabilidad me apasionan.
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