Tal vez la mayor lección que sacaremos de esta época de Covid-19 es que, si cada uno hace su parte, podemos cambiar el todo. Cada cuidado genera un reflejo y se multiplica. El aislamiento social impuesto por esta pandemia lo confirma.

También aprendimos que, si cuidamos nuestros espacios, nuestra salud, estaremos generando una reacción en cadena en nuestra comunidad. A medida que la gente respeta el distanciamiento, usa cubrebocas y se lava las manos, otras personas dejan de contagiarse con el virus. En otras palabras, el autocuidado de la salud tiene un impacto positivo. Y, actualmente, ha demostrado ser aún más relevante.

El autocuidado es una práctica estimulada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se refiere a una actitud activa y responsable con respecto a la calidad de vida. El concepto se definió por primera vez en 1983, aunque se conoce desde hace mucho tiempo con otros nombres. La idea llevó a la creación del Día Internacional del Autocuidado (24 de julio), una fecha que marca la importancia de estar atento a la propia salud y cuidarse las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Cuando recordamos que el autocuidado de la salud debe estar vinculado a la teoría de la prevención de la salud, y cuánto contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas, además de ayudar a la sostenibilidad financiera del sistema de salud, podemos hacer un paralelismo con el momento actual que estamos viviendo.

Los medicamentos de venta libre son seguros, pueden ser administrados por el propio paciente, indicados por un médico o no, y han sido aprobados al igual que el resto de los medicamentos.

Su utilización responsable disminuye los costos de atención para los usuarios; da comodidad pues no es necesario acudir a un servicio de salud para tratar un síntoma conocido; mejora la calidad de vida con productos destinados a reducir el riesgo de enfermedad, como vitaminas, antioxidantes, etc.; y empodera al paciente/usuario: le da el derecho de actuar sobre su propia salud. En otras palabras, da independencia.

Estar pendientes de evitar conductas de riesgo, evitar los contagios, poner atención en los síntomas y seguir las indicaciones de la autoridad sanitaria, son elementos de una incipiente cultura del autocuidado en nuestro país. Una cultura que no debe perderse después de la contingencia, y que se irá robusteciendo con el tiempo, frente a nuevos padecimientos pero más que nada, para vivir en condiciones óptimas de salud.

Una lección importante del momento que vivimos, es que si practicamos la empatía todo el tiempo, un mundo puede ser mejor con pequeños cambios que den buenos frutos. Es decir, entender que cuando cada uno se cuida a sí mismo, está cuidando a todos