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Deja un gran legado con su «curiosidad científica», Mario Molina, científico mexicano

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) confirmó el deceso de Mario Molina, mexicano ganador del Premio Nobel de Química en 1995.

“La Universidad Nacional Autónoma de México informa del lamentable fallecimiento del doctor Mario Molina, distinguido universitario, Premio Nobel de Química 1995”, publicó en su cuenta oficial de Twitter la tarde de este 7 de octubre.

José Mario Molina Pasquel y Henríquez nació el 19 de marzo de 1943 en la Ciudad de México y estudió ingeniería química en la máxima casa de estudios del país. Su trabajo más reconocido es la participación que tuvo en materia ambiental, pues junto con Paul J. Crutzen y Frank Sherwood Rowland, recibió la mayor distinción en ciencia en la década de los 90 por sus descubrimientos en el daño a la capa de ozono en la Antártida.

Pura curiosidad científica. Eso, dice el premio Nobel Mario Molina, lo motivó para hacer el descubrimiento crucial que permitió detener la destrucción de la capa de ozono.

El primer mexicano que ganó un Premio Nobel de Química descubrió que los gases CFC (clorofluorocarbonos) eran los culpables de acabar con el ozono que protege al planeta de los rayos solares ultravioletas.

Y gracias a su curiosidad científica, se pudo impulsar la acción conjunta internacional para impedir la producción de esos gases.

«Es ejemplo de un problema que sí se pudo arreglar y nuestras mediciones nos indican que lo hicimos a tiempo», en 2014 le dijo Molina a BBC Mundo.

Un hoyo en la capa de ozo

Mario Molina. Científico mexicano, descubridor del agujero en la capa de ozono

Desde hace unos años, insistentes campañas ecológicas alertan a la humanidad sobre una de las causas más graves del deterioro ecológico: el agujero en la capa de ozono. Las emisiones de ciertos gases -los clorofluorocarburos (CFC)- que emanan de algunas fábricas están acabando con un filtro indispensable para mitigar los efectos dañinos que las radiaciones ultravioletas de los rayos solares pueden provocar sobre la salud.

El descubridor de esta amenaza fue el científico Mario Molina (México 1943), quien el 11 de octubre de 1995 recibió el Premio Nobel de Química, en reconocimiento de sus investigaciones en este campo. El galardón fue concedido también a su amigo y colaborador el químico Sherwood Rowland, de la Universidad de California, artífice con él de estos descubrimientos, y al danés Paul Crutzen, del Instituto Max-Planck de Química de Mainz, Alemania

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