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México: mantiene la austeridad

Por Julius Baer

En 2020, México enfrentó la peor crisis económica en la historia moderna del país. La economía ya estaba debilitada antes de que comenzara la pandemia, debido a las políticas incongruentes y los mensajes dispares del gobierno que socavaron la confianza y la inversión en el país. La crisis sanitaria agravó las penurias económicas aún más, conduciendo a una disminución esperada del PIB del 10% en 2020, una cifra mucho peor que el promedio de la región. El desempeño económico inferior a la tendencia en 2020 puede atribuirse principalmente a la reticencia del gobierno a pro[1]porcionar estímulo fiscal para contrarrestar la desaceleración.

Hasta el momento, ha anunciado medidas fiscales equivalentes al 1,2% del PIB en 2020, muy por debajo de otros países comparables, donde las medidas promedian entre un 8% y un 12% del PIB.

La mayor parte del estímulo fiscal se ha centrado en reservar los fondos para los proyectos de infraestructura emblemáticos del gobierno. La austeridad fiscal que mantuvo México durante la pandemia de la Covid-19 podría evitar un deterioro grande de los indicadores fiscales a corto plazo. Pero el golpe a la actividad económica podría ser igual de perjudicial en el mediano plazo, con aumentos de los ratios de deuda/PIB. Este año, los datos económicos siguen siendo débiles, ya que el gobierno se mantiene reticente a proporcionar un estímulo fiscal, al menos a juzgar por el presupuesto conservador aprobado para 2021, que permanece ligado a la austeridad fiscal.

Por otra parte, varias propuestas que se oponen a las reformas estructurales aprobadas por el anterior presidente Peña Nieto tampoco están ayudando a reactivar al sector privado este año. La aprobación por la vía rápida de la nueva ley de electricidad, que establece que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tendrá prioridad sobre los productores privados en el suministro del sistema eléctrico, desplaza aún más al sector privado. Además, se está redactando la reforma laboral que prohíbe a las empresas mexicanas la externalización, lo que podría castigar aún más al sector privado al aumentar su base de costos. Así pues, la demanda interna probablemente continúe bajo presión y la recuperación habrá de estar impulsada principalmente por fuerzas externas, en especial, por una sólida recuperación de la economía estadounidense.

En junio de 2021 tendrán lugar las elecciones legislativas en México. Los sondeos recientes indican que el presidente López Obrador, quien todavía disfruta de un alto índice de popularidad (cerca del 60%) a pesar de la mala gestión de la pandemia, podrá consolidar aún más su poder en el Congreso. Sin embargo, no está claro si el gobierno podrá lograr que se apruebe la reforma fiscal ortodoxa en septiembre de este año. Si ello no ocurre, a la larga podrían producirse más rebajas de calificación de deuda.

Durante mucho tiempo sostuvimos que el banco central de México (Banxico) se mantiene como uno de los últimos bancos centrales de los mercados emergentes con posibilidades de recortar las tasas de interés en 2021. Sin embargo, debido a la debilidad del peso y a la curva de rendimientos cada vez más pronunciada, producto de las ventas masivas de bonos en el mundo, no será fácil para la autoridad monetaria recortar aún más las tasas, a pesar de que la inflación básica se mantiene firme.

En febrero, la inflación general volvió a acelerarse al 3,76% interanual, impulsada por los costos elevados de los combustibles. Ante esta coyuntura, creemos que las probabilidades de una reducción de las tasas en marzo se han reducido de manera importante y no prevemos

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