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Así se construye una casa ecológica sin sacrificar el estilo

Una poderosa ola de conciencia ecológica ha tomado impulso durante los últimos años, mientras la humanidad comparte un ajuste de cuentas moral acerca del impacto de sus acciones sobre el bienestar de las futuras generaciones. Los creativos desempeñan un papel fundamental en encontrar nuevas formas de ayudar a los consumidores a reducir su huella medioambiental, sin dejar de alimentar el deseo colectivo por la arquitectura y los interiores hermosos.

En este sentido, las viviendas bioclimáticas conforman una apuesta holística. Su objetivo es minimizar su impacto y permitir un desarrollo sustentable; generar sus propios recursos y alcanzar una armonía con el hábitat en que se emplazan. Desde sus trincheras, un puñado de firmas replantean los cimientos de una industria –la de la construcción– que consume el 50% de los recursos naturales, el 40% de la energía y genera el 50% del total de residuos en el planeta.

Sueños para todos
Una de las ambiciones de Phillippe Stark, para quien la modernidad es tener menos y el lujo extremo es ser capaz de rechazar el dinero, es que sus obras posean un carácter democrático. Para demostrarlo, en colaboración con Riko, ha creado residencias prefabricadas de madera con tecnologías accesibles (P.A.T.H.). Estas concilian las limitaciones financieras de los propietarios con su deseo de vivir en simbiosis[1] con la naturaleza.

Concebidas para resistir y adaptarse a cualquier ecosistema arquitectónico y cultural, implican soluciones ecológicas de vanguardia en términos de aislamiento e impermeabilidad, así como sistemas de ecotecnología[2], que permiten a sus inquilinos generar energía a partir de fuentes renovables: páneles solares, turbinas eólicas instaladas en el techo, regímenes de recuperación de lluvia, etcétera. Las posibilidades de personalización son infinitas a partir de los 34 modelos existentes y su entrega requiere de seis meses.

Unión de dos mundos
Las ecocápsulas futuristas con forma de huevo de Nice Architects tienen la ventaja de ser altamente portátiles. Entonces, un día pueden colocarse en la cima una montaña y, otro, sobre la arena de una playa virgen. Poseen una turbina de aire, un sistema de filtración de agua pluvial y están alimentadas por la luz solar. Sin duda, el refugio ideal para introvertidos con complejo de nómadas.

Vuelta a las raíces
El estudio Bio Arc se rige por los principios de la bioarquitectura[3] para edificar búngalos en forma de bóveda que se mezclan con el paisaje tropical de Bali. En un esfuerzo por aprovechar los materiales naturales, trabaja con bambú petrificado, repelente al agua y los insectos, proyectado para durar cientos de años. Asimismo, la estructura del domo crea un campo magnético beneficioso para la salud.

Revolución natural
En materia de interiorismo, las firmas emergentes realizan una labor notable al conjuntar la estética refinada con el uso respetuoso de la materia prima local y la práctica del comercio justo. Las empresas establecidas también dan pasos hacia delante para reexaminar sus métodos de fabricación y aumentar sus credenciales verdes. Un ejemplo es Helvex; su portafolio incluye mingitorios secos con sistema TDS (Tecnología Drena y Sella), que no requieren de agua para su funcionamiento, lo cual permite ahorrar alrededor de 164,000 litros anualmente. Además, impiden el paso de los olores desagradables.

Los productos de esta marca ayudan a sumar puntos para la certificación LEED (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental, por sus siglas en inglés) para edificios sustentables y cuentan con tres décadas de garantía para desafiar a la cultura desechable.

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