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La maternidad y actividades de cuidado limitan la participación laboral de un gran número de mujeres en México

La ganadora del Premio Nobel de Economía de 2023, Claudia Goldin, ha realizado estudios donde muestra que la maternidad, el derecho al aborto, el trabajo doméstico y de cuidados son determinantes para la participación laboral de las mujeres y las brechas salariales. Goldin, siguiendo estadísticas históricas para EUA, demostró que las decisiones laborales y profesionales de las mujeres están determinadas por la maternidad, por ello cuando las mujeres tienen hijos su participación en el mercado laboral disminuye, con la prevalencia de brechas salariales. A estas decisiones, se suman otras como el cuidado prolongado de los hijos, de adultos mayores y/o enfermos, actividades que han sido mayoritariamente realizadas por mujeres.

Así, el crecimiento económico no es suficiente para que las condiciones de las mujeres mejoren, como lo sugieren las teorías convencionales. Esta hipótesis parece no ser exclusiva para un solo
país. Con cifras de encuestas para México, realizamos una aproximación al mercado laboral de las mujeres, considerando sus condiciones de cuidado del hogar, maternidad y/o apoyo a personas que lo requieren, aspectos que limitarían su posibilidad de laborar fuera del hogar o por mayor tiempo, en un mercado donde se mantienen las brechas salariales.

El mercado laboral de las mujeres en México

La participación laboral1 de las mujeres ha aumentado recientemente hasta llegar a un máximo de 46.5% en el 4T23, desde 40.9% en 2005,pero sigue siendo una de las menores de América Latina (53.3%). Asimismo, esta cifra está muy por debajo del 76.4% de los hombres. Esto es, 40.8% de los 61 millones de personas que constituyen la Población Económica (PEA) del país se conforma por mujeres, aun cuando
53% de la población de 15 años y más pertenece a este género. Específicamente, la PEA femenina suma 24.9 millones, 24.2 millones ocupadas y, las restantes, 674.6 mil desempleadas.

Además de las discrepancias generales que hay por las dimensiones de la PEA entre hombres y mujeres, al interior de la población ocupada femenina existen características particulares que,
muchas veces, responden a las necesidades o condiciones de la vida familiar. Las mujeres que laboran lo hacen principalmente en los servicios, gran parte de ellas en el sector informal. De acuerdo con cifras de la ENOE, casi cada ocho de diez mujeres laboran en el sector terciario (78.2% del total, equivalente a 19 millones) y 57% de ellas o 10.8 millones lo hacen en la informalidad. De manera más detallada, se observa que las actividades con mayor absorción de mano de obra femenina son el comercio con 25.6% del total (con una informalidad de 66.3%), los servicios diversos con 14.0% del total (89% de informalidad) y los servicios sociales con 13.0% (informalidad de 20.8%). Entre estos últimos se encuentran los educativos y los de salud y asistencia social, lo que explicaría la baja informalidad en estas actividades. En esta línea, otros de los sectores económicos con menor grado de informalidad son los relacionados con servicios profesionales y financieros (con informalidad de 28.5% de las ocupadas) y, en menor medida, las manufacturas (44.0%).

Las mujeres dedican gran parte de su tiempo a actividades consideradas no económicas, lo que
limita su tiempo en el mercado de trabajo. De acuerdo con resultados de la ENOE, en el 4T23 los hombres laboraron 45.4 horas a la semana en promedio, mientras las mujeres lo hicieron en 38 horas, 7.4 horas menos. Esta diferencia se acentúa en trabajos por cuenta propia, donde los hombres laboran 41.4 horas y las mujeres 32.1, 9.3 horas menos. En contraparte, estas mujeres que ya se ocupan en el mercado de trabajo, dedican 24.2 horas a la semana a
actividades no económicas, al tiempo que los hombres dedican prácticamente solo una tercera parte de ese tiempo, 8.4 horas.

Al incluir a las mujeres que no forman parte de la PEA, es decir el total de la población, la brecha en horas dedicadas al cuidado del hogar, hijos y personas enfermas o mayores aumenta considerablemente. Cifras de la Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares (INEGI) muestran que, en 2022, el total de horas que dedicaban las mujeres a estas actividades
era de 40.4 a la semana, en contraste con las 16.4 del total de los hombres. Destaca el tiempo de las mujeres dedicado a proporcionar-cocinar alimentos (14.1 horas en promedio vs. 5.1 horas los hombres), así como al apoyo escolar y cuidado de enfermos (12.0 horas las mujeres y 5.2 los hombres). Tales actividades han sido tradicionalmente cubiertas por mujeres, afectando el tiempo potencial que podrían dedicarle a actividades en el mercado laboral. Sin duda, el trabajo de apoyo y cuidado a otras personas es una realidad que demanda gran tiempo y esfuerzo. En el país existen 38.8 millones de hogares (2022) y en casi 8 de cada 10 al menos una persona requiere apoyo o cuidados.

Existe gran necesidad de guarderías o sitios con actividades para niños, adolescentes y adultos
mayores, 15.8 millones de hogares tienen alguna persona de 6 a 17 años que requiere apoyo o cuidado (excluye discapacitados), mientras que 13.4 millones cuentan con adultos mayores a 60 años en la misma situación, 8.4 millones cuentan con niños de hasta cinco años y 4.9 millones con personas con discapacidad (los hogares pueden tener más de una persona en estos grupos). Como las cifras lo indican, tales cuidados –además de las labores del hogar no
remuneradas– recaen en mayor proporción sobre las mujeres. A fin de dimensionar su importancia económica, el INEGI estima que el trabajo no remunerado en el hogar representa 24.3% del PIB, 17.6 puntos porcentuales (pp) corresponden a las mujeres y el resto a los hombres.

La maternidad y el cuidado a otras personas limitan el deseo de trabajar de gran número de mujeres. En el país existen 9.2 millones de mujeres de 15 a 60 años que forman parte de la Población No Económicamente Activa (PNEA), pero que declaran su deseo de trabajar. No obstante, 68.4% no tienen quién cuide a sus hijas(os), personas adultas mayores o personas
enfermas, 10.1% no trabaja por razones personales, 5.7% por otras razones, incluyendo razones de mercado y 3.8% por que no la deja un familiar.

En México, 19.1% de las mujeres tiene entre 20 y 30 años (10.2 millones), edad en la que por condiciones biológicas es más factible tener hijos, y más de la mitad (54.4%) forma parte de la PEA, lo que equivale a 5.6 millones de mujeres, de las cuales 2.2 millones (40%) tienen hijos, cifra que contrasta con 52% de las mujeres de este grupo etario que forman parte de la PNEA, lo que sugiere que las mujeres en este grupo de edad prefieren salir del mercado laboral priorizando el cuidado de los niños más pequeños. Además, cuatro de cada diez mujeres de 20 a 29 años que trabajan son solteras o estuvieron en unión alguna vez, por lo que podrían ser las principales proveedoras de ingresos al hogar. Las mujeres de más de 30 años con hijos, en tanto, muestran un mayor grado de incorporación al mercado laboral. Por ejemplo, en el segmento de 30 a 39 años hay 9.6 millones de mujeres y 6 millones forman parte de la PEA (62.4% del total), donde 4.5 millones de ellas declararon tener hijos (75% del total).

Las cifras muestran que aún prevalecen factores sociales y culturales que limitan la mayor incorporación de las mujeres a actividades económicas, y la falta de políticas públicas lo acentúa. El fortalecimiento de la educación sexual temprana, legislaciones tendientes a disminuir las brechas salariales a trabajos equivalentes y a apoyar a las mujeres en las primeras etapas de la
maternidad son algunos temas pendientes en México.

Otro factor en contra: la brecha salarial

Las mujeres perciben menor ingreso, no solo por laborar menos horas a la semana, sino también por la persistencia en diferencias salariales respecto a los hombres, principalmente en sectores donde se ocupa gran parte de las mujeres. Si bien, a nivel general el ingreso entre hombres y mujeres, por hora trabajada es muy similar, 56.4 y 55.8 pesos (4T23), respectivamente, en algunos sectores como el terciario –donde, como ya se mencionó, labora la mayor parte de las mujeres- la diferencia es cercana al 10% a favor de los hombres. Particularmente, en servicios sociales y servicios diversos, las brechas son de 15% y 21%, mismo orden. Cuando se habla de grupos de ocupación, las mujeres oficinistas perciben, en promedio, 16% menos que los hombres, o bien las trabajadoras de la educación tienen un ingreso 13% menor al de los hombres, ocupación donde el mayor número de trabajadoras(es) son mujeres.

El Banco Mundial identifica la falta de servicios de cuidado infantil de calidad como la principal barrera para aumentar la participación de la mujer en el mercado laboral. En nuestro país, solo 5% de los niños entre 0 y 2 años van a una guardería en comparación con el 35% de la OCDE, diferencia que podría haberse acentuado en esta administración ante la desaparición de estos espacios. Estimamos que, si la participación laboral de las mujeres fuera similar a la de América
Latina, la PEA en nuestro país crecería en 3.7 millones y el PIB podría aumentar hasta 6% adicional.

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