La digitalización ofrece una oportunidad única para integrar al sistema financiero a sectores de la población que hasta ahora han estado excluidos. No obstante, para que esta inclusión sea efectiva, es imprescindible cerrar primero la brecha digital, aseguran expertos de la fintech, Sistema de Transferencias y Pagos, STP.

En un mundo cada vez más interconectado, la inclusión financiera sigue siendo un reto considerable para muchas comunidades que están alejadas de las grandes urbes, especialmente en áreas rurales y remotas. Sin embargo, la tecnología está transformando rápidamente este panorama, proporcionando soluciones innovadoras que permiten a estas poblaciones acceder a servicios financieros esenciales.

Según datos publicados por un estudio de Statista, en México se estima que alrededor de 100 millones de personas utilizan internet, lo que convierte al país en el segundo con mayor cantidad de internautas en Latinoamérica, después de Brasil. Se proyecta que para finales de  2024, el número de usuarios de internet en México supere los 100 millones.

A pesar de este crecimiento gradual, actualmente el 29 por ciento de la población en México carece de acceso a internet, lo que significa que casi tres de cada diez mexicanos están excluidos de los servicios bancarios en línea, según datos de la plataforma. La adopción de la telefonía móvil ha crecido rápidamente, y a finales de 2022 se estimaba que el 79 por ciento de los mexicanos tenía un teléfono celular. Sin embargo, menos del 20 por ciento eran usuarios de la banca móvil.

Sistema de Transferencias y Pagos – STP, una fintech empresarial mexicana especializada en tecnologías de sistemas de pago, ha sumado esfuerzos a través de distintas opciones de digitalización de cobros que están ganando popularidad en el país, como SPEI®, CoDi® y ahora Dimo®, sistemas operados por Banco de México, los cuales facilitan las transacciones de pago y cobro de manera instantánea, segura y eficiente.

“La adopción de nuevas tecnologías financieras es un proceso que cada día madura más, en específico del sector fintech que su esencia es tener una banca 100% digital, su uso requiere recursos como internet y dispositivos móviles conectados. Si bien para muchos sectores de la población esta evolución les permite probar una amplia variedad de aplicaciones complementarios a la banca tradicional, para las zonas menos conectadas el acceso a las tecnologías es restringido lo que podría ocasionar agrandar la brecha digital aún más”, comentó Jaime Márquez, Socio y Director Ejecutivo de Desarrollo de Negocios en STP.

Expertos de STP afirman que el fortalecer la conectividad en zonas descentralizadas y remotas es clave para lograr una mayor inclusión financiera y sustento para el desarrollo de la oferta que beneficie a un mayor número de mexicanos a través de plataformas financieras que les permitan pagar de forma ágil sus productos y servicios, recibir remesas, acceder a créditos etc.

STP trabaja estrechamente con pequeñas y medianas empresas en todo el país, facilitando pagos digitales en comunidades tanto centralizadas como descentralizadas, a través de plataformas móviles, aplicaciones de banca digital y soluciones fintech adaptadas a las necesidades locales.

«Nuestra misión es ofrecer a las empresas y negocios herramientas financieras y de pagos digitales necesarias para mejorar e impulsar la inclusión financiera  en el país», afirmó Jaime Márquez. «La tecnología nos permite llegar a lugares donde antes era imposible, y con la ayuda de nuevos productos fintech, estamos construyendo un futuro más inclusivo y equitativo.»

El camino hacia las finanzas inclusivas en comunidades descentralizadas pasa necesariamente por la innovación tecnológica y la cooperación entre actores tradicionales y emergentes del sector. A medida que más personas acceden a la conectividad y adoptan herramientas digitales, la inclusión financiera deja de ser un ideal distante para convertirse en una realidad palpable. Con soluciones tecnológicas como las que ofrece STP a empresas de varios sectores y pymes, México avanza hacia un sistema financiero más accesible y equitativo, donde nadie quede fuera debido a barreras geográficas o tecnológicas.