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Mexicanos con menores ingresos privilegian el efectivo y no usan tarjetas: BBVA y Clarity AI

De acuerdo con los resultados del estudio “patrones de consumo de efectivo contra tarjeta: una aproximación big data”, realizado por BBVA y Clarity AI los mexicanos que perciben menores ingresos utilizan el efectivo como su principal forma de pago, ya que se ubican en zonas con un menor grado de urbanización, mayor dependencia a la informalidad y menor penetración del sistema financiero.

El estudio de los patrones de consumo y canales de pago de los hogares resulta relevante para las políticas de desarrollo incluyente, especialmente en países como México, en donde 56 de cada 100 trabajadores laboran en el sector informal. La identificación de variables objetivo sobre las cuales puedan incidir las políticas públicas para incentivar la utilización de medios de pago distintos al efectivo es de primera importancia y asegura la rápida adopción de nuevas tecnologías (como CoDi) o una mayor profundización de canales tradicionales de pago (tarjetas).

Asimismo el nivel de ingreso de los individuos como la principal variable que determina el tipo de canal de pago que se emplea con mayor intensidad. Un menor nivel de ingreso está asociado con mayor gasto en efectivo, y los modelos de aprendizaje automático encuentran relaciones no lineales más intensas para los niveles más bajos de ingreso. Lo anterior apunta a que un choque positivo en el ingreso de los hogares más pobres tiene mayor efecto en términos de reducción de uso de efectivo como medio de pago, en comparación con el efecto que genera un choque positivo en el ingreso de los hogares de los deciles más altos.

Por otro lado, además del ingreso, el grado de profundidad del sistema financiero y el nivel de urbanización del municipio determinan un uso más intensivo de tarjetas; los modelos de aprendizaje automático identifican relaciones no lineales más intensas para los niveles más altos de inclusión financiera (medida como el número de créditos por cada 10,000 habitantes). Estos resultados señalan que, en las zonas más urbanizadas, un choque positivo en el número de personas que acceden a los servicios financieros, tiene el mayor efecto sobre el uso de tarjeta, en comparación con zonas menos urbanas y con una red de puntos de acceso al sistema financiero más pequeña.

Los hallazgos sugieren que las mejores políticas públicas para impulsar el uso de medios de pago alternativos deben tomar en cuenta las particularidades de cada región y/o municipio, y no plantearse como políticas simétricas y homogéneas en todo el país que no consideren las particularidades de cada entidad.

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