En esencia, creemos que la inflación regresará, pero también creemos que los defensores de la tesis de la inflación estructural están subestimando el tiempo y el dinero que costará este proceso. El debate sobre cuál es la política fiscal apropiada dista mucho de haber terminado; en nuestra opinión, no ha hecho más que empezar. Las discusiones mantenidas entre demócratas y republicanos en Washington, donde recién redujeron el monto de la American Jobs Act (ley de empleo estadounidense, aún pendiente de aprobación por el Congreso) de USD 2,2 billones a USD 580 mil millones, ponen de manifiesto la diferencia esencial que existe entre política fiscal y monetaria.

El presupuesto de este plan es objeto de arduas negociaciones entre facciones políticas y debe ser renovado periódicamente. Incluso después de su aprobación, el principal problema será su aplicación en la práctica, incluida la ejecución propiamente dicha de proyectos de infraestructuras, a menudo complejos y sujetos a obstáculos adicionales a nivel local

Además, los paladines de la ortodoxia fiscal ya comienzan a hacerse oír. El exministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, manifestó su opinión el pasado 3 de junio en el Financial Times, afirmando que el tejido social de Europa corre peligro a no ser que se regrese a la disciplina fiscal. El 15 de junio, una larga lista de académicos de economía europeos le respondieron en una carta abierta firmada conjuntamente: «Es hora de que Europa deje de considerar la disciplina fiscal como un fetiche». Desde Julius Baear, coincidimos con los firmantes

Sin embargo, la cuestión clave es que el riesgo de un inoportuno regreso al régimen del Consenso de Washington aún es latente. Los inversionistas no podrán ver con claridad en el año 2021 si el reciente aumento de los precios de los bienes y servicios tiene un carácter transitorio o permanente. Por lo tanto, el debate no cesará en los próximos meses, sobre todo porque la inflación está a punto de acelerarse durante el tercer trimestre en Alemania