Al acercarnos al Día Mundial del Medio Ambiente, es importante recordar la importancia de la sostenibilidad para el cuidado del planeta y sus recursos. Es un factor clave tanto para los consumidores como para las empresas, generando un interés cada vez mayor por prácticas y productos sostenibles, abriendo la puerta a un escenario lleno de oportunidades y desafíos para responder a esta demanda en constante evolución.

De acuerdo con datos brindados por la consultora Bain & Company, a pesar de que el 50% de los consumidores a nivel mundial consideran la sostenibilidad como uno de sus criterios principales de compra, existe una brecha significativa entre sus actitudes y comportamientos reales. Adicionalmente, 75% de los consumidores tienen conceptos erróneos sobre qué productos generan mayores emisiones de carbono, lo que destaca la necesidad de educación y transparencia en este ámbito.

Por otra parte, a pesar de que la mayoría de los consumidores valora la sustentabilidad, la ecuación costo-beneficio de los productos ESG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) aún no se justifica completamente en su percepción, pues solo están dispuestos a pagar un 12 % adicional en productos de este tipo. Esta limitación representa un desafío para las empresas, que deben encontrar formas de equilibrar la demanda de productos sostenibles con los costos asociados a la transición hacia prácticas más sustentables.

En el caso específico de México, aunque el 47% de los consumidores valora los productos amigables con el medio ambiente y los considera un factor clave de compra, solo el 7% está dispuesto a pagar más por estos productos. A pesar de considerar que son mejores para el planeta, este dato refleja una tendencia similar en toda Latinoamérica, donde el 25% de los consumidores ha cambiado sus hábitos alimenticios por opciones más orgánicas y el 31% prefiere alimentos naturales y sin procesar.

Ante este escenario sobre la creciente demanda de productos sostenibles existe una oportunidad educativa para las empresas al cerrar la brecha de información y corregir conceptos erróneos sobre la sostenibilidad para facilitar la toma de  decisiones de compra más conscientes y, a la larga, fomentar una mayor disposición a pagar por productos verdaderamente sostenibles.