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Trump regresará con mayor capacidad de operar una agenda radical

En una elección más bien ordinaria, Trump regresa a la escena norteamericana, y mundial. A juzgar por la fuerza del mandato electoral con que Trump regresará al gobierno de Estados Unidos, no estamos frente a un fenómeno electoral extraordinario. El 50.2% del voto popular y 312 votos electorales con que Trump habrá ganado quedan debajo del 52.9% de voto popular y
365 votos electorales con que Obama llegó al poder en 2008, e incluso por debajo del 51.1% y 332 votos electorales del mismo Obama en su reelección de 2012.

Trump se mantiene mayoritariamente impopular y regresa a la presidencia por un margen estrecho del voto. Es muy probable que la dinámica detrás de esta elección se sume a la de otras recientes en el mundo desarrollado, en las que electorados enojados y atemorizados por los impactos disruptivos de la post pandemia deciden expulsar a los partidos/gobernantes en turno.

Lo verdaderamente extraordinario del resultado electoral en EUA la semana pasada es que un personaje tan extravagante no haya logrado disuadir a los electores de votar por él en señal de protesta. Por el contrario, los votantes norteamericanos, algunos con su voto y otros con su abstención, le han dado a Donald Trump un segundo mandato y, esta vez, todo indica que su administración tendrá menos factores de contención.

Republicanos se llevan la Presidencia con el voto electoral y el voto popular, además de mayorías en el Senado y la Cámara de Representantes. Los resultados preliminares proyectan un amplio triunfo para Trump y su partido. Después de 20 años, un republicano habrá vuelto a ganar el voto del colegio electoral habiendo conseguido también la mayoría del voto popular.

Trump ganó en 31 de los 51 estados de la unión americana, que le otorgaron 312 de los 538
votos del colegio electoral (6 más de los que él mismo obtuvo en 2016). Harris obtuvo los 226 votos de los 20 estados restantes. Montados en la ola de Trump, todo sugiere que los republicanos conservarán el control de la Cámara de Representantes, con una mayoría de alrededor de 220/435 curules (hasta ahora se han definido 216 asientos para los republicanos y 207 para los demócratas, faltan 12 por terminar de computarse), y también habrán logrado
arrebatarle el control del Senado a los demócratas, con una mayoría de 53-54/100 escaños, un poco más cómoda que la de 51 asientos que los demócratas controlaban.

La Corte aumentará el alineamiento de un gobierno unificado. No es peculiar que, al inaugurar un
gobierno de alternancia, los presidentes norteamericanos reciban mayorías en las cámaras del
congreso. Pero sí es un rasgo especialmente favorable que la integración de la Suprema Corte de Justicia esté tan ideológicamente alineada con el nuevo gobierno.

Seis de los nueve ministros de la Corte actual tienen un perfil conservador, llegaron ahí nominados por republicanos (los dos Bush y Trump). Y es probable que los dos más decanos (Alito y Clarence) se retiren pronto y abran paso a Trump para dos nominaciones adicionales que, presumiblemente, estarían más alineados aún con la agenda trumpista.

Adicionalmente, durante su pasada administración Trump ejerció todos los nombramientos vacantes de jueces, lo cual ahora podría darle un inusitado margen de acción ante el poder judicial.

Las encuestas se mantuvieron técnicamente empatadas hasta el último día. Y aunque los mercados cerraron con momios favorables a Trump, no exhibían un sentimiento contundente:
60% de probabilidades de triunfo para el republicano, por 40% de Harris. En cuanto a los modelos de predicción, en promedio proyectaron que Trump ganaría el Colegio Electoral por sólo 14 votos. Y no hubo consenso. Dos de los seis modelos que monitoreamos cerraron con previsiones favorables a la vicepresidenta, uno mantuvo la previsión de empate hasta el final y tres anticiparon una amplia victoria de Trump. Al final, Trump tuvo un mejor desempeño del anticipado en buena parte del país, en los estados donde ganó y también en los que perdió.

Lo cierto es que la segunda presidencia de Trump tendrá más fuerza y capacidades de operación que la primera. Trump en la presidencia de Estados Unidos implica nuevamente altos niveles de incertidumbre. Pero es importante asumir que esta vez conoce mejor los márgenes de acción que le da la Casa Blanca, estará rodeado de un equipo más alineado con su radical visión de la política, tendrá el beneficio de contar con mayorías legislativas y respaldo del aparato judicial, carecerá de incentivos para moderarse con la expectativa de poder reelegirse después de cuatro años, tendrá el apoyo de buena parte de las élites económicas del país y un bono de confianza por parte de sus electores.

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