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Se espera que la inflación al cierre del 2025 en la parte alta del rango de Banxico

La inflación en México reafirmó su tendencia bajista al cierre de 2024 y, con ello, sumó argumentos para que el banco central aplique nuevos recortes de la tasa de interés de referencia en el transcurso de 2025, incluso con la posibilidad de que estos ajustes sean de mayor magnitud.

La inflación en 2024 fue de 4.21%, con la subyacente más baja en 3.65%. La primera se
moderó respecto al 4.55% del mes previo y se ubicó en su mejor nivel al cierre de un año desde
2020, cuando alcanzó 3.15%. La caída de la inflación durante el año pasado se explica en buena
parte por: La reducción de la inflación subyacente, desde 5.09% a finales del 2023 a 3.65%,
explicado en gran parte por los bienes (2.5% vs 4.9%), mientras que los servicios sí se
moderaron, aunque en menor magnitud (4.9% desde 5.3%); en contraste, la no subyacente
subió, de 3.39% a 5.95%, con los energéticos (5.7% vs 0.1% en 2023) como el principal
catalizador detrás de este ajuste, además de los pecuarios (6.3% vs 0.7%). Del lado contrario
notamos también a las frutas y verduras, ubicándose en 6.0% desde 11.7% al desvanecerse
parte del choque que se observó a finales del año antepasado.

En específico, se espera la métrica general al cierre del año en 4.0% (previo: 4.4%), con la subyacente también dentro del rango objetivo del banco central –lo cual es clave para nuestro pronóstico de un mayor relajamiento monetario– en 3.6% (previo: 3.7%). El ajuste comienza a partir de una base de comparación más baja en 2024, ayudando cerca de -20pb al total. Otros factores a considerar que podrían sesgar los precios a la baja incluyen: La desaceleración anticipada para la actividad económica local, con menores presiones de demanda –esperando específicamente que influya a la baja en los servicios; movimientos acotados en energéticos, con estimados de una sobreoferta de crudo –a pesar de expectativas de mayor demanda por un mejor dinamismo en EE. UU.; y un traspaso limitado de los movimientos del tipo de cambio a los
precios finales de los bienes importados, sobre todo ante una brecha del producto que se irá
tornando más negativa.

Del lado contrario, resaltamos dos principales riesgos. El primero consiste en la posibilidad de una guerra arancelaria que afecte la buena dinámica que han presentado los precios de los bienes, liderada por la agresividad comercial de EE. UU. Esto se exacerbaría en caso de medidas compensatorias de otros países. En segundo, el desempeño de los bienes agropecuarios, donde las condiciones climáticas seguirán siendo clave. En este sentido, si bien el Centro de Predicción del Clima de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA por sus siglas en inglés) espera que el fenómeno de La Niña pueda disiparse entre marzo y mayo, las condiciones de sequía a nivel nacional se mantienen elevadas –con alrededor del 50% del territorio experimentando al menos cierta afectación.

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