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La columna de polvo sahariano que sopla a través del Océano Atlántico desde África no es nada nuevo, ni siquiera es especial en 2020. De hecho, “grandes columnas de polvo sahariano rastrean rutinariamente en el Océano Atlántico desde finales de la primavera hasta principios del otoño. De vez en cuando, cuando la columna de polvo es lo suficientemente grande y los vientos alisios se mueven de la forma precisa, el polvo puede viajar miles de kilómetros a través del Atlántico y hacia Estados Unidos”, dijo la meteoróloga de CNN Haley Brink. «Estas columnas de polvo en realidad ocurren a menudo durante la temporada de huracanes» acota.

Estas incursiones de partículas de arena, normalmente son impulsadas por los fuertes vientos alisios, respecto a su extensión influye mucho el tamaño de la nube polvorienta. «Por otro lado, el aire seco, la cizalladura vertical adicional del viento y el polvo, serán factores que influirán en la limitación para el desarrollo de tormentas tropicales o huracanes», explica la experta.

A partir del domingo una gran nube de polvo proveniente del Sahara se extendió en la porción media del Océano Atlántico, con un recorrido de 6,000 kilómetros, se considera que se desplazará sobre islas del Caribe, Península de Yucatán, costas de Centroamérica, costa sureste de Estado Unidos y el litoral del Golfo de México, será variado el día dependiendo la región, reporta la página meteored.mex Por ahora, ya abarca toda la costa de Venezuela y las Isla de USA. Inminente ingreso a Puerto Rico, según reportes meteorológicos.

Cabe mencionar que estudios de la NASA realizados con mediciones satelitales han revelado cuales son los meses en el que el polvo sahariano tiende a cruzar con mayor frecuencia el Océano Atlántico, estos son durante junio y julio. Uno de los efectos visuales que nos ofrece este fenómeno es que se pueden producir algunas puestas de sol deslumbrantes.

Así mismo, los investigadores descubrieron que las plumas de polvo pueden llegar a gran parte del continente Americano siendo las barreras orográficas quienes fomentan su asentamiento. La Selva Amazónica puede beneficiarse con estas partículas, según indica un estudio de más 7 años de la región y para cuando llega a las costa este de Sudamérica ya se ha reducido significativamente.